La nebulosa Cabeza de Caballo es famosa por… parecerse a la cabeza de un caballo. El telescopio NASA’s James Webb Space Telescope captó la parte superior de la “crin del caballo” en esta icónica nebulosa, ofreciendo las imágenes infrarrojas más nítidas de esa región hasta la fecha.

La radiación ultravioleta de las jóvenes estrellas masivas es lo que influye en los procesos químicos dentro de la nebulosa.

Esta región es considerada una de las mejores para estudiar la manera como la radiación de las estrellas interactúa con la materia interestelar.

Esta parte de la nebulosa Cabeza de Caballo tiene unos 0,8 años luz de diámetro. En el infrarrojo cercano, las estrellas jóvenes se asoman a través de las etéreas nubes de color azulado y las galaxias lejanas salpican el fondo.

Crédito: NASA, ESA, CSA, Karl Misselt (Universidad de Arizona), Alain Abergel (AIM Paris-Saclay)