Existe tradiciones, que perduran hasta nuestros días, estas celebraciones van precedidas de elementos simbólicos que intenta explicar la cosmogonía de los pueblos en que se practica.

Los sueños cumplen un papel importante, pues se cree que con ellos se pueden comprender realidades, exponer problemas o comprobar verdades. En pocas palabras las familias mayas creen en los sueños como objetos de revelación.

Si alguien sueña que perderá su cosecha, que algún animal extraño la destruirá o incluso ve en visiones a seres extraños que se manifiestan para recibir atención, en demanda de algún favor recibido, casi siempre acuden al h’men del pueblo quien revelará lo que deben hacer.

Se sabe de personas que han soñado con una mujer con aspecto de virgen, no exactamente la virgen cristiana, sino se trata de Xcolel kab, que el h’men relaciona con la abeja reina. Dado que la producción de esta abeja es difícil, se puede suponer que esta abeja xunaan kaab es sagrada, apreciada en todos los sentidos como una abeja de los dioses, para la cultura maya actual.

Es tanta su sacralidad que un hombre o mujer no deben acechar en el jobón si no es con el fin de castra su miel, hacerlo únicamente por curiosidad puede acarrear enfermedades e inclusive la ceguera de quien lo haga.

También se cree que los jobones no deben ser apuntados con el dedo ni señalados por la mano, porque puede quedar mocha la persona que lo haga.

Es por ello, que muchos milperos acostumbran a hacer festividades ocasionales en las selvas mayas donde hay este tipo de colmena, algunos ofrecen la bebida sagrada de sakab como medida de agradecimiento por otorgarles miel.

Cada centímetro de la milpa es sagrada, desde los insectos que se alimentan hasta el aire que se respira, por eso el maya sabe que debe pedir permiso a los “dueños”, y cuando tienen la primera cosecha la ofrecen como primicia, como muestra de agradecimiento.

Crédito: INAH