Balamkú: un santuario redescubierto
En 1966, ejidatarios de la comunidad de San Felipe, Yucatán, realizaron un descubrimiento extraordinario: una cueva en el sistema de cenotes de Chichén Itzá. Este sitio, bautizado como Balamkú, contenía en su interior una serie de ofrendas prehispánicas. A pesar de su relevancia, se decidió cerrar la entrada de la cueva para preservar el lugar.
Casi 50 años después, Balamkú fue redescubierta por el proyecto Gran Acuífero Maya, a cargo del investigador del INAH, Guillermo de Anda, revelando un contexto arqueológico inigualable, pues, a diferencia de otras cuevas, esta ofrecía una oportunidad invaluable de estudiar los vestigios en su estado original, pues habían permanecido inalterados durante siglos.
Estas exploraciones han confirmado la importancia de Balamkú como un espacio sagrado. En su interior se han identificado al menos siete ofrendas, datadas entre los periodos Clásico Tardío (700-800 d.C.) y Clásico Terminal (800-1000 d.C.). Entre los objetos más destacados se encuentran 200 incensarios, muchos de ellos representando a Tláloc, el dios del agua. Se cree que estos fueron colocados como parte de rituales durante una época de sequía, con la esperanza de atraer lluvias que revitalizaran la región.
Esta fascinante historia es una de las muchas que forman parte de la exposición “INAH, 85 años: Guardián de nuestra memoria”, una muestra fotográfica que celebra el arduo, constante e imprescindible trabajo del Instituto Nacional de Antropología e Historia a lo largo de más de ocho décadas.
A través de 80 fotografías, la exposición no solamente destaca descubrimientos como el de Balamkú, sino que también rinde homenaje a la labor de conservación, investigación y difusión del patrimonio cultural de México. No te pierdas esta exhibición que se encuentra abierta a todo el público en la Galería Reforma Acuario, ubicada en las rejas de la primera sección del Bosque Chapultepec en la Ciudad de México.