El diente de león
El diente de león es la única flor que representa los 3 cuerpos celestiales del sol, la luna y las estrellas.
La flor amarilla se asemeja al sol, la bola de puff se asemeja a la luna y las semillas dispersas se parecen a las estrellas.
La flor de diente de león se abre para saludar la mañana y se cierra por la tarde para ir a dormir.
Cada parte del diente de león es útil: raíz, hojas, flor.
Puede usarse para comida, medicina y tinte para colorear.
Las semillas de diente de león son transportadas a menudo por una ráfaga de viento viajando como pequeños paracaídas a muchos kilómetros de su origen.
Animales como aves, insectos y mariposas consumen néctar o semilla de diente de león.
Las flores de diente de león no necesitan ser polinizadas para formar semillas.
Los dientes de león han hundido sus raíces en la historia.
Fueron conocidos por los antiguos egipcios, griegos y romanos, y han sido usados en la medicina tradicional china durante más de mil años.
El diente de león se utiliza en la medicina popular para tratar infecciones y trastornos del hígado.
El té hecho de diente de león actúa como diurético.
Como alimento se utilizan sus hojas en ensaladas o hervidas y sus flores comestibles, como decoración de variados platillos.
Los dientes de león son, muy posiblemente, las plantas más exitosas que existen, ¡maestros de la supervivencia en todo el mundo!
Lamentablemente cada año los países gastan millones en pesticidas de césped para tener césped uniformes de hierba no nativa, y usamos el 30 % del suministro de agua del país para mantenerlos verdes y nos deshacemos de esta hierba tan saludable y factor importante en el buen desarrollo del medio ambiente.
La naturaleza nos brinda muchas de estas maravillas de nuestra flora silvestre.
Seguro que las encontrarás en tu jardín.
¡Utilízala y no la deseches! ¡Cuidémoslas!
Un año más seguiremos la campaña “Maai mei niet”, que trata de no cortar el césped en el mes de mayo con la intención de proporcionar fuentes de alimento a muchas abejas y mariposas. No hacer nada nunca ha sido tan bueno para nuestra biodiversidad.
Vía Reinventándonos