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¿Falló el pronóstico de huracanes?

Más de un pronóstico lo alertaba, este 2024 estaría marcado por una temporada ‘extraordinaria’ de huracanes. Los ingredientes necesarios estaban sobre la mesa: un océano con temperaturas récord y la formación de La Niña en el Pacífico comenzaban a integrarse para dar como resultado uno de los períodos más activos de la historia en el Atlántico.

Sin embargo, desde que la tormenta Ernesto se disipó el 20 de agosto comenzó una escasez de ciclones, lo que ha llevado a los expertos a cuestionar si los pronósticos fallaron.

De hecho, pese a que este 4 de septiembre el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC, por sus siglas en inglés) mantiene vigiladas cuatro zonas con posible formación de ciclones, las probabilidades de que se conviertan en tormenta son muy bajas.

No hay una sino varias respuestas para explicar porque los pronósticos comenzaron a claudicar ante el viento y el mar.

Desde una vaguada monzónica, el calor récord del océano, altas temperaturas de la troposfera y el viento: el aumento de sus cambios bruscos de dirección y velocidad hasta la oscilación Madden-Julian, una zona de bajas presiones que recorren todo el mundo en un periodo de 30 a 60 días y que tiene efectos tanto en el océano como en la atmósfera.